Desde hace  unos años Estocolmo ofrece a sus visitantes un nuevo punto de interés.  Fue en el mes de mayo de 2013 cuando se inauguró con gran expectación el nuevo centro de peregrinación de los incondicionales de uno de los grupos que más éxito ha conseguido en la industria musical. Ubicado en la Isla de Djurgaerden, junto a Gröna Lund, el parque de atracciones, el Museo Abba surgió casi como una necesidad para satisfacer la «Marca Suecia» a todos los turistas. Porque al margen de los coches Volvo y Saab, electrodomésticos como Electrolux, cerillas de seguridad o grandes cadenas de ropa, Suecia ha lanzado al mundo, ante todo y sobre todo el grupo musical ABBA, o lo que es lo mismo Agnetha, Anni-Frid, Björn och Benny.

Cuatro cantantes que allá por el año 1970 decidieron unir su talento para divertirse y participar en los múltiples festivales musicales que se celebran en Suecia todos los años. Actualmente son más de 150, muchos de ellos en parajes idílicos, lo que sin duda pone de manifiesto se trata de una nación musical. Así lo vieron los cuatro jóvenes que tras pocos años irrumpieron con fuerza en el panorama musical internacional. Su «Waterloo», ganadora del festival de Eurovisión de 1974, arrasó en todas las radios y televisiones del mundo y a partir de ahí su éxito y sus vidas subieron al universo de las estrellas.  

Abba fue desde sus inicios una máquina de hacer dinero. Sus más de 378 millones de discos vendidos por todo el mundo dan fe de ello con innumerables éxitos como Chiquitita, Danching Queen ,Gracias por la Música, Fernando,  Mamá Mía, etc. Toda una galaxia musical, cuatro vidas plagadas de éxitos, que han quedado perfectamente resumidos en este Centro de la Fama que es algo más que un museo. Fotografias, discos de oro, trajes, recuerdos personales y todo tipo de objetos forman parte de este museo que rinde tributo a uno de los más grandes grupos musicales de la historia de Suecia. No en vano se habla de la «Abbamanía», algo que queda latente en este recinto donde muchos de los visitantes vienen disfrazados de algunos de los componentes del grupo. Y para sumergirse de lleno en la historia nada mejor que el Audioguía que lleva al visitante a los momentos más importantes del grupo, desde su fundación hasta su disolución.    Pero la visita no acaba ahí porque esto es algo más que un museo, insistimos, esto es una oportunidad única de poder vivir la música de Abba, interpretarla a lo «karaoke», grabar esas interpretaciones y llevarlas a casa o de participar en concursos sobre el grupo. Aquí todo es posible aunque para entrar hay que reservar. Para evitar largas y aburridas colas de espera es imprescindible comprar entrada «on-line», con fecha y hora de visita. La puntualidad nórdica es infalible y luego, una vez dentro solo hay que elegir si quieres ser Agnetha, Benny, Björn o Anni-Frid. ¿Quieres convertirte en una estrella del pop de los 70 por un día y disfrutar de una fama imaginaria? Entra en Abba El Museo, y tu sueño se convertirá en realidad.

 

Texto: Elisabeth Norell Pejner

Fotos: Rafael Calvete A. de Estrada