“En faluca desde El Cairo hasta Luxor”
Quién iba a decir que cuando Lord Carnarvon y Howard Carter emprendieron la búsqueda de las nuevas tumbas en Egipto, en el fascinante Valle de los Reyes, la suerte de estos dos aventureros les iba a acompañar hasta alcanzar la fama. Pues bien, esta tierra aislada geográficamente, con fronteras naturales muy definidas, es uno de los lugares que más sorprende al viajero. Su historia nos recuerda que hace 5.000 años, cuando la vieja Europa, y los demás continentes estaban inmersos en una época muy atrasada, estas tierras del norte de África veían a sus habitantes fabricar pan y cerveza, trabajar la cerámica y el cobre, y hasta lustrar las piedras como si fuera lo más natural del mundo. Hoy en día, en su trato hacia el extranjero, se puede apreciar que es un pueblo que domina el respeto y la cordialidad, aunque casi siempre haya estado invadido por gentes venidas de distintos lugares de la tierra.
El Cairo, la capital del país, es una gran ciudad de 15.000.000 de habitantes y, aunque no hace mucho fue declarada por las Naciones Unidas como la más segura del mundo, desgraciadamente hoy ya no se puede decir lo mismo de ella por los problemas acaecidos en los últimos años. No es que falle la seguridad en esta urbe, todo lo contrario, ya que sigue siendo una de las más seguras del mundo árabe. Nos referimos al inmenso tráfico que se genera en su interior. Y, para comprobarlo, nada mejor que tomar uno de los cientos de taxis que se mueven por esta ciudad para comprobar la vorágine circulatoria que en ella existe. Los taxistas cairotas acostumbran a decir que lo más importante de su coche es la bocina, después los frenos, y que lo demás son meros accesorios. Sabido esto, es impresionante observar la pericia de algunos conductores que, con una mano constantemente en la bocina, y la otra al volante, realizan arriesgadas maniobras, algo que pone los pelos de punta a quien se encuentra en su interior y no ha vivido antes una experiencia igual.
Dejando a un lado esta pequeña anécdota, habrá que tener en cuenta que a media tarde en El Cairo, cuando el sol comienza a bajar y a perder gran parte de su fuerza, es el momento ideal para pasear por la ciudad antigua, un barrio que es conocido por el nombre de «Jan al Jalili», y que no es otra cosa que un antiguo bazar medieval en el que es posible imaginar, por unos instantes, como habría sido este lugar siglos atrás. Mercaderes y artesanos venidos de todos los rincones del país conviven apiñados entre callejuelas sumamente estrechas, cubiertas con lonas y toldos para evitar el sofocante calor del día, y a cada dos metros una tienda donde se ofrece todo tipo de productos: perfumes, ropas, especias, artesanías y joyas, o cualquier otra cosa que se considere vendible. Una vez finalizado el recorrido, sería interesante poder descansar en una pequeña mesa de un café, a ser posible en el famoso «Café Fishaui», lugar preferido del escritor egipcio y premio Nobel de Literatura Maguib Mahfuz, un típico establecimiento en el que acostumbraba a dejarse ver por los viajeros que hasta la ciudad del cairo llegaban.
Muy cerca de aquí se encuentra la Ciudadela, construida en tiempos de Saladito, y ubicada en lo alto de una colina desde donde se contempla una de las vistas más extraordinarias de toda esta ciudad y sus alrededores. Junto a ella está la Mezquita del Sultán Hassán, que es una construcción del siglo XIV en la cual se utilizó la piedra de alabastro que recubría la milenaria pirámide de Keops, situada en las afueras de El Cairo.
Desde la capital, salen diariamente muchos barcos que navegan por el Nilo, la mayoría auténticos palacios flotantes que realizan, o realizaban, la ruta hacia Luxor, e incluso más lejos todavía, llegando hasta el Lago Nasser y el Templo de Abu Simbel, en una travesía que acostumbra a tardar entre 4 y 7 días. Se trata de lujosos cruceros que se desplazan pausadamente por este legendario río. La mayoría son grandes barcos muy bien equipados y con todo tipo de comodidades, en los que es muy probable que algún solícito camarero obsequie a los viajeros con una helada cerveza, o cualquier otra bebida, para saborearla en cubierta bajo un sol abrasador. Y, cuando llega la noche, se podrá contemplar algunas de las más hermosas vistas del Nilo a la luz de las estrellas. Y digo «realizaban» porque de un tiempo a esta parte se ha visto un bajón del turismo por este rincón del país motivados por los continuos altercados terroristas que viene sufriendo Egipto y que espero sea algo pasajero.
Pero embargo, también cabe la posibilidad de hacer este mismo recorrido, o algo parecido, a la caña de una pequeña embarcación y bajo las velas de una típica faluca egipcia, siempre movida por la fuerza de una brisa suave y las propias aguas de este gran río sagrado que sigue siendo el Nilo, cuando no hay que ayudarla con un remo largo porque se ha varado en una zona de poco caudal. Seguro que esta opción será más emocionante para muchos viajeros. Durante la travesía se podrá descubrir el espectáculo eterno que fluye en sus orillas, así como la posibilidad de hablar largo y tendido con el «patrón» de la embarcación, al que se le puede sonsacar buena información de la zona que estemos navegando y alguna que otra historia de interés.
Como, normalmente, las corrientes del Nilo son suaves y el oleaje solo aparece durante las grandes tormentas, apenas nos daremos cuenta de que estamos navegando: no notaremos golpes, ni balanceos, ni tan siquiera riesgo de marearnos. Todo el tiempo de luz se podrá dedicar a mover la vela de un lado para el otro, y a tomar el sol si se desea, claro que también habrá que comer y contemplar el fantástico paisaje que seguramente vamos a encontrar a nuestro paso. Como un diorama irán apareciendo y desapareciendo las pequeñas aldeas con la porción visible de la vida cotidiana campestre, en donde también veremos campos de azúcar y de algodón, huertas y grandes palmerales apostados cerca de la orilla. Y más allá de la frontera del verdor, que puede tener kilómetros o apenas algunos metros, según nos encontremos, el desierto amarillo, gris o rojizo, según la hora del día en la que estemos.
Tras dos días de navegación llegamos a Luxor, que en árabe quiere decir “Los Palacios”, donde la temperatura del día puede llegar a alcanzar los 45º en la época de verano, y donde se recomienda visitar dos de los templos más importantes de esta parte del país: el de Luxor y el de Karnak. El primero fue construido para el dios Amón Rá, así como para los faraones Amen Hoteb II y Ramses II, y es uno de los monumentos antiguos de mayor belleza de esta parte del Nilo. En el patio de entrada se hallan dos grandiosas estatuas que representan a Ramses II sentado, y tras estas dos filas de columnas en forma de flor de loto que dan entrada a un gran patio. En la parte final del templo se encuentra la sala de las 32 columnas, en donde el visitante se sentirá transportado a los tiempos gloriosos en que Alejandro Magno paseaba también entre ellas. Siguiendo por un gran patio se llega al templo de Karnak que no es otra cosa que un conjunto de pequeños templos. En su entrada principal destaca la gran columna del rey Sely II, y en su interior se puede admirar la sala de las 132 columnas tras las cuales se alza el obelisco de Tutmosis I y una sala de festejos que data de la época de Tutmosis III.
Y es aquí, en cualquiera de estos dos lugares donde el viajero podrá admirar las grandes maravillas que el ser humano ha creado tiempo atrás. Y, por la noche, después de cenar en algún restaurante típico de la ciudad, a poder ser a orillas del Nilo, se recomienda regresar al Templo de Luxor para contemplar uno de los espectáculos de luz y sonido más bonitos que jamás hayamos visto. Se trata de un único y majestuoso acto musical, mezclado con infinidad de luces y sonidos donde se escenifican momentos importantes de la historia de este Egipto.
A la mañana siguiente, a una hora temprana, por aquello del sol abrasador, podremos visitar el Valle de los Reyes que se encuentra en la otra orilla del río. En menos de media hora el barco cruza el Nilo para llevarnos hasta el Valle de las Reinas, un hermoso lugar semidesértico donde todavía se están descubriendo nuevas tumbas, y aunque hasta la fecha se han localizado poco más de 70, se cree que existe muchas más. Uno de los tesoros más impresionantes y bonitos que se han excavado en los últimos años ha sido la Tumba de Nefertari. ¡Que maravilla!, ¡Que suerte poder contemplarla y haber podido fotografiar sus pinturas de las paredes! Un lugar que encierra tanto colorido y belleza entre sus paredes que los miles de años que estuvo enterrada no han sido suficiente para deteriorarla. Sus pinturas y decoraciones dan la impresión de haberse realizado no hace mucho tiempo, sobre todo por su gran colorido y excelente estado de conservación. Sin embargo, llevan ahí miles de años.
Una vez visitada esta tumba podríamos ver otras que hay en la zona y que también son muy interesantes, como es el caso de la Tumba de Tutankamón, aunque sus enseres y principales tesoros se encuentren expuestos, hoy por hoy, en el Museo Egipcio de El Cairo, al que también merece la pena acudir. Pero muy pronto, para 2018, se va a inaugurar un nuevo hogar para el tesoro de Tutankamón y estará situado cerca de las pirámides de Giza en el que se expondrán miles de objetos excepcionales nunca antes mostrados al público.
Ya de regreso a la capital habrá que acercarse hasta Guizeh, y visitar las famosas pirámides de Keops, Kefrén y Miquerinos, así como la Esfinge de Abu-al-Ho, y el Museo de la Barca Solar, donde se encuentra una «Gran Balsa» de madera, o Balsa del Sol. Hay que decir referente a este último lugar que los faraones del Imperio Antiguo hicieron enterrar barcas originales desmontadas que debían transportar al faraón en su viaje cósmico hacia el cielo, o hacia las estrellas, aunque lamentablemente estas tumbas siempre se han encontrado vacías. Sin embargo, en el año 1954 se localizó una fosa sellada herméticamente con grandes losas de granito que contenían una barca de más de 43 metros de longitud de madera de cedro del Líbano totalmente desmontada en más de 1.200 piezas. Todas estas maravillas se encuentran situadas todas ellas a tan sólo 10 kilómetros de la capital.
Y, cuando tengamos que abandonar este bello “laberinto” que es la ciudad de El Cairo, seguro que tendremos la sensación de haber dejado atrás algo muy especial; la sonrisa en la cara de un pueblo que denota alegría, al cual seguro que desearemos conocer más a fondo en otro momento.
Información del Viaje
Para entrar en Egipto se necesita el pasaporte en vigor, con un mínimo de validez de seis meses, así como un visado que se consigue en el consulado de ese país en España. Son varias las compañías aéreas que vuelan desde Madrid y Barcelona hasta la ciudad de El Cairo, como es el caso de Iberia (Tel: 902400500), de Egipair (Tel: 915412159), etc. La temperatura media en Egipto es de unos 35 º centígrados, durante todo el año, y en el sur superar los 40º centígrados, sobre todo durante los meses del verano, pues nos encontramos en una zona de desierto.
Recordemos que Egipto linda al Este con las arenas de su propio desierto, al Oeste con Libia, y al sur con Sudán, mientras que el Norte se encuentra bañado por las aguas del Mediterráneo. Hablar de este país es hablar del río Nilo, tanto del Blanco como del Azul, ya que en su largo recorrido ha sacado civilizaciones tan ricas en dioses, templos y tumbas como en miserias y desdichas humanas. Recorrer este gran río no es solo la mejor forma de conocer esta parte del país, sino que además es hacer lo que tiempo atrás hiciera otro pueblo, otras civilizaciones con otras culturas, con sus dioses, sus faraones, sus reyes y sus esclavos, aunque ahora le toque la vez al viajero moderno contemporáneo.
Se trata de a República Árabe de Egipto, cuyo idioma oficial es el árabe, aunque también se habla algo de francés e inglés. Este país tiene una población de poco más de 64, 2 millones de habitantes y se encuentra localizado en el mar Mediterráneo, ocupando una superficie de 1.001.450 kilómetros cuadrados. La moneda oficial es la libra egipcia y el huso horario es de – 4 horas con respecto a la península Ibérica. La Embajada Española se encuentra en la calle Ismail Mohamed, 41 Tel: (00) 7356437 en El Cairo. El teléfono de la Oficina de Turismo de Egipto en España es 915592121 y la página web: www. egipto.com
Texto y Fotos: Rafael Calvete Álvarez de Estrada